sexta-feira, 20 de março de 2009

Carta dos Açores

Sou um arquipélago

Ousei sonhar que as partes de mim
se fundissem um dia,
aspirando a ser mar
em vez de terra.
Sei agora que cada uma de mim
se isola e vislumbra as outras,
só por vezes,
com a precisão da distância.
Sou o mar, também,
mas só quando como agora
me abandono ou acho.



É finalmente mais nítido
que é preciso o tempo do desvio
para a sensação do reencontro.
Torna-se mais claro
que não desapareço,
apesar das chuvas de Verão,
e que a vida tem raízes cruas
numa afirmação.

Em resumo eu penso
que todo o texto se desenrola
na tentativa frustrada
de uma simplificação.

Ana Roseira, São Miguel, 2009

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domingo, 8 de março de 2009

Cartas de Oaxaca


Memoria de un papel

Seguir des doblándome, presiento se ha convertido en una mala manía, en una deficiencia de concentración. Antes de ayer era un mapamundi, con todas las latitudes en dirección correcta, dentro de un margen a doble línea y sin espacios con adornos árabes como bordes, es decir, en mi orilla no cabía la menor especulación solo la precisión geométrica preestablecida por el libro sagrado, nada de círculos ni circunferencias medias, era una cooperación de rayas rectas que entrelazadas daban al explorador que acudía a mí, la idea de estar frente a un mundo minimizado por donde se dejaba entre ver la capacidad de las matemáticas de poder dibujar la realidad sin darle espacio a la conjura o a cualquier confusión.



No así lo que yacía dentro; con una rosa de los vientos brillante a la derecha y con un curioso sol dibujado arriba al centro y una luna dibujada como su opuesto en la parte de abajo. Aquel sol advertía vientos del norte, una representación de Bóreas. Su cara regordeta era expandida aún más porque su gesto era capturado soplando enérgicamente y la luna que aparecía como su némesis y a la vez su equilibrio, hacia lo mismo representando a Noto de lado contrario (abajo soplando hacia arriba) .
Jugando ambos a pelear por imponerse como el viento mas benéfico, como el más desolador o tal vez como el más frío. Esa corriente apenas insinuada hacia a los huracanes y por su capricho la armonía se veía amenazada; el resultado de esa querella armó a los continentes de las estaciones. Estrepitoso o calmo, la lucha representada ahí no peyorizaban los perfectos espacios por donde la cartografía dejó muestra en mi no solo del anhelo de los hombres por llevar el mundo en el bolsillo y conocerlo como la palma de su mano sino además el vestigio de sus aventuras para poder describirlo.
En aquellas sinuosidades se podía reconocer el trazo de mi diseñador que fue el último de los clásicos, un hombre que prefería el grabado y el estilo mesurado no por ello menos imaginativo a las tendencias abstractas y obsoletas de la actualidad. Me sentía orgulloso, de mi capacidad de localización, de mi geografía exacta, de mis contornos a propósito derruidos para darme la solemnidad que un misterioso papiro pudiera tener en siglos pasados. Háganse una idea de mí, era tan perfecto, tanto, que me confundían con uno de aquellos mapas exactos que Vermeer pintó en su estudio.
Después fui un almanaque y esa no fue una gran historia. Y si lo fue, seguro que aconteció gracias a que de los ridículos récords y el asentamiento de hazañas estúpidas a alguien se le ocurrió hacer vicisitudes sobre el tiempo por venir. Escribieron en mi quiromantes, nigromantes, cartomantes, cleromantes. Videntes que advirtieron sobre la muerte de unos y fallaron olvidando la suerte de otros que triunfaron. Disfruté de los horóscopos y los debates políticos, estos últimos fueron mis preferidos durante mucho tiempo hasta que reparé que mi posición iba ser la del eterno espectador, que aquellas peroratas se repetían casi de la misma forma cambiando únicamente dos o tres palabras y siempre se dirigían al mismo público, al que tenía una memoria pequeña acorto plazo. A esa gente que escucha una y cien veces lo mismo y vuelve a creer. Me cansé y no puedo negarlo de la impresión de los horrores más descabellados, de la linotipia de las ideas mas absurdas que creían los que me armaban eran necesarias como fuente de datos a quien me consultara. Quedé harto de los números, las fechas, las cantidades arrobas de frijol y de trigo que al año se sembraban. Harto de los porcentajes anuales de perdidas por inundaciones, de las lluvias de monzón y las inexistentes tolvaneras que falsamente se anunciaban. Nadie por ejemplo dijo nada de las aspas, de los motores comprimidos, de los artefactos poli transistores de recepción controlada y mando automático que están en el espacio, dando vueltas en órbitas concéntricas. Amenazas voladoras que llegando a una caducidad giran alrededor de la tierra muestra de una predisposición a la indiferencia rayana en el cinismo de sus creadores que los dejan como basura espacial y de los usuarios terrestres que no reparan en que aquellos objetos pueden bajar y aplastar a cualquiera como si les cayera un cometa de súbito, un pedazo de estrella en medio de la cara, ardiendo, completamente incendiada. Todo eso lo sé porque en mi también hubo mapas de estrellas y solo a través de esa experiencia, supe que al hombre le basta saber donde pisa mirando hacia el horizonte a riesgo de tropezarse. El hombre es un ser insaciable.

Antes de llegar al final debo de aclarar que tuve una juventud hermosa, fui un avión de papel que dibujo sombras y se comió el aire. Derrape entre los salones de clases. Fui vitoreado como un sortilegio de una mano anónima que intentaba en ese momento quebrar el orden, burlarse de la ejemplificación de la autoridad en esos sitios, los maestros. Contuve caricaturas de todas formas, mensajes simples y bellos donde sobre todo se traslucía la inocencia, la ternura que contiene toda simplicidad. Volé a través de ventanas y techos con forme al dictado de las manos que me lanzaron. Hice bajadas en picada, ochos, me puse de cabeza, esquive magistralmente obstáculos, me levante cuando me creían finado, solo para introducirme en el espacio y remover las motas de polvo que una a una intentaban minar mi punta y convertirme en un dirigible chato. Lo siento debo de decir también que a causa de que en ese entonces volaba con una sonrisa en la boca, se me desgastaron los dientes y fui perdiéndolos mientras mi lengua se alargaba y la mirada se disponía ir hacia otro sitio. Tuve que crecer pero no me resigné a dejar el aire. Fui también un papa lote anclado en la tierra. Ahí aprendí del silencio, de las grandes alturas por donde se ven las cosas más pequeñas. Nunca estuve más serio. Nunca volveré a estarlo, ahora mi gesto fruncido no esconde los cabellos blancos, las arrugas me escurren, no así las ganas de llorar porque he hecho mucho caso omiso a consejos necesarios y me quedaron nostalgias. Quise demostrar que podía ser bandera y vela. Un vestido y una alfombra mágica. Para eso me falto fuerza.

Hoy me he convertido en una pantalla. Tuve un salto, un impulso de la realidad a la fantasía y la nanotecnia. Y estoy sin más confeccionan dome como un discurso que no le hace gran caso a su propias letras. Estoy aquí para hablar de las dificultades más banales. De la imposición malograda que las grandes empresas acuerdan para crear en la personas necesidades que antes no tenían. Si lo sabré yo que me fui volviendo útil gracias a los grandes aparatos propagan dísticos, a las grandilocuencias de las costumbres más extrañas. Hoy que es día del amor salvo un momento y quisiera decirte, puedo ser caricia, pero no mentiré: puedo ser una frase sugerente, transmitida desde un eco sin voz. Pero no lo soy en realidad yo no puedo estar ahí contigo, para sacarte de la cabeza a cualquiera que veas en las calles sobre los edificios o en las grandes avenidas, diciendo: te quiero, te amo, te extraño. Eres lo mejor que me ha pasado, con osos de peluche y cartas que más bien causan risa. No importa hoy es un día que la soledad se muestra, no gracias a nosotros si no a la imposición de las masas. Difícil entenderlo y evitar que alguien pretenda celebrar nos. Por eso importa decir que si, que se puede seguir queriendo a pesar de los caminos torcidos por donde nos perdemos. Con salvedades y excepciones. Hay que sacarse el corazón de las costillas y regalarlo en un aliento, en una sonrisa. Este día por supuesto puede irse al olvido. A nadie le importa ese santo llamado San Valentín, seguramente era un fraile pedófilo que se aprovecho de muchos niños. A nadie le importa Cupido que a más de uno atravesó con sus flechas envenenadas. No podemos olvidar que el amor es un pródromo de la propia muerte. Una melancolía recidiva, una nostalgia bruta y sin explicaciones. No hay bondades, eso sí, grandes egoísmos. A mayor egoísmo mayor intensidad, mayor pasión. No puedo equivocarme yo que quise ser un palimpsesto donde van Goght pintara.
Como dije al principio seguir desdoblándome a otros derroteros por donde no voy a poder entrar se me ha convertido en una psicosis fatal. En este momento que estoy aquí al servicio de una necesidad indecente que te quiere decir mi existencia quiso ser y ahora se rinde por habitar en tu mirada.
                                                                                                                                               Por: Betistofeles 

Imagem: de Rodolfo Morales (1925-2001), pintor mexicano, de Oaxaca

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sábado, 7 de março de 2009

Novas Cartas de Paris

 

Entre o anjo que olha para trás (de Paul Klee lido por Benjamin) e a coruja que vem pelo fim do dia (de Hegel), a relação com o futuro parece não poder ser feita de frente, assim de costas voltadas para o dia, de costas voltadas para o amanhecer. Talvez porque essencialmente não sabemos se estaremos cá para presenciá-lo e se estivermos muito provavelmente não conseguiremos sentir a água do mar a tocar-nos na pele como se nunca tivéssemos antes dado um mergulho.



O último volume de Em busca do Tempo Perdido de Proust, O Tempo Reencontrado, parece descrever aquele salto no escuro a que antes chamei de “experiência radicalmente nova”, experiência ditada pela Primeira Guerra Mundial em que toda a sociedade francesa, suas convenções e hierarquias, mostradas nos volumes anteriores, caem como castelos de cartas. Também nos mesmos anos Thomas Mann em A Montanha Mágica depois de narrar aquela luta de intelectuais que ainda defendiam a honra numa planície de pistolas na mão, dissolve aquele mundo das Ideias, que seria o sanatório em Davos, com a chegada da Primeira Guerra Mundial.



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Abertura

 

Não pensando na lógica de escrita de um blogue mas antes na lógica do que podem ser textos com sentido, formas de chegar, de dizer coisas que serão inevitavelmente a espuma dos dias, mas também tudo o que fazemos o é pela natureza das coisas (entre as quais a nossa própria natureza como seres vivos em que as nossas guelras nos permitem beijar e respirar num tempo contínuo), gostava de ir escrevendo textos sob a forma de ensaio, só de que um modo não académico, mas ensaios sim como a forma de reescrever e ao reescrever obrigar-me a repensar, para mim e para quem evento-almente me ler.  


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